jueves, 12 de junio de 2008

CUENTO

Hubo una vez una joven muy bella que no tenía padres, sino madrastra, una viuda impertinente con dos hijas a cual más fea. Era ella quien hacía los trabajos más duros de la casa y como sus vestidos estaban siempre tan manchados de ceniza, todos la llamaban Cenicienta.
Un día el Rey de aquel país anunció que iba a dar una gran fiesta a la que invitaba a todas las jóvenes casaderas del reino.
- Tú Cenicienta, no irás -dijo la madrastra-. Te quedarás en casa fregando el suelo y preparando la cena para cuando volvamos.
Llegó el día del baile y Cenicienta apesadumbrada vio partir a sus hermanastras hacia el Palacio Real. Cuando se encontró sola en la cocina no pudo reprimir sus sollozos.
- ¿Por qué seré tan desgraciada? -exclamó-. De pronto se le apareció su Hada Madrina.
- No te preocupes -exclamó el Hada-. Tu también podrás ir al baile, pero con una condición, que cuando el reloj de Palacio dé las doce campanadas tendrás que regresar sin falta. Y tocándola con su varita mágica la transformó en una maravillosa joven.
La llegada de Cenicienta al Palacio causó honda admiración. Al entrar en la sala de baile, el Rey quedó tan prendado de su belleza que bailó con ella toda la noche. Sus hermanastras no la reconocieron y se preguntaban quién sería aquella joven.
En medio de tanta felicidad Cenicienta oyó sonar en el reloj de Palacio las doce.
- ¡Oh, Dios mío! ¡Tengo que irme! -exclamó-.

Como una exhalación atravesó el salón y bajó la escalinata perdiendo en su huída un zapato, que el Rey recogió asombrado.
Para encontrar a la bella joven, el Rey ideó un plan. Se casaría con aquella que pudiera calzarse el zapato. Envió a sus heraldos a recorrer todo el Reino. Las doncellas se lo probaban en vano, pues no había ni una a quien le fuera bien el zapatito.
Al fin llegaron a casa de Cenicienta, y claro está que sus hermanastras no pudieron calzar el zapato, pero cuando se lo puso Cenicienta vieron con estupor que le estaba perfecto.
Y así sucedió que el Príncipe se casó con la joven y vivieron muy felices.
FIN

POEMA

Mientras me hablabas y yo te miraba,se detuvo el tiempo en medio instante:el amor me llamaba y yo le obedecía.Mientras me susurrabas y yo te amaba,se alzaron los sentimientos, mandó tu voz,el cielo se hizo visible en tus ojos,y yo pronuncié el querer en tus labios

FABULA DE ESOPO

Sorprendió un león a una liebre que dormía tranquilamente. Pero cuando estaba a punto de devorarla, vio pasar a un ciervo. Dejó entonces a la liebre por perseguir al ciervo.
Despertó la liebre ante los ruidos de la persecución, y no esperando más, emprendió su huída.
Mientras tanto el león, que no pudo dar alcance al ciervo, ya cansado, regresó a tomar la liebre y se encontró con que también había buscado su camino a salvo.
Entonces se dijo el león:
-- Bien me lo merezco, pues teniendo ya una presa en mis manos, la dejé para ir tras la esperanza de obtener una mayor.

Si tienes en tus manos un pequeño beneficio, cuando busques uno mayor, no abandones el pequeño que ya tienes, hasta tanto no tengas realmente en tus manos el mayor.

LA LLORONA

LA LLORONA
EN EL PUEBLO DE IMURIS SONORA CUENTA UN SEÑOR QUE IVA CAMINANDO UNA NOCHE POR UN CALLEJON POR EL CUAL NO PASABA NINGUNA PERSONA DERREPENTE DICE QUE SINTIO UN FUERTE CALOSFRIO EL SINTIO TEMOR Y APRESURO SU PASO DERREPENTE MIRO UNA SOMBRA BLANCA QUE PASO POR ENFRENTE DE EL LA CURIOSIDAD NO LO DEJO Y ESTO LO ISO BOLTEAR ASIA DONDE ESTABA ESTE ESPECTRO DICE QUE EL BERLO SINTIO TANTO MIEDO QUE LO DEJO PARALIZADO CON LA VISTA ASIA DONDE ESTABA ESTE DICHOSO ESPECTRO AL VERLO SE DIO CUENTA DE QUE ERA UNA MUGER CON UN GARRIENTO VESTIDI BLANCO CABELLO NEGRO SIN PIES Y AL QUERERLE VER EL ROSTRO ESTE SE DESVENESIO Y EL SEÑOR HECHO UN SUSPIRO Y SALIO COORIENDO DE ESE LUGAR